Los Dientes de Ellen
En el siglo de las luces, jugando en una calle estaba Pierre Fauchard, con sus 10 años y sin preocupaciones previas en la mente. Siempre jugaba con Ellen Roy dos años más joven. Los años pasaban y Pierre siempre estaba con Ellen, que después de sus 12 años tenía una salud increíble pero todos sus dientes estaban torcidos, Ellen siempre se quejaba con Pierre porque nunca se casaría ya que era fea. Pierre no sabía qué decir ya que ella tenía razón, entonces solo la escuchaba. Pierre Fauchard con solo 15 años tuvo que entrar en la armada debido a que en ese tiempo Francia estaba pasando por muchos acontecimientos políticos, sociales, económicos y culturales. Ellen lo acompañó hasta la embarcación para despedirse y se quedó despidiéndose desde lejos, mientras saludaba con una mano y con la otra tapaba su boca.
En la armada su función era de asistente del cirujano Alexandre Poteleret que era un tipo abierto para enseñar. Alexandre contó a Pierre que no había grandes cirugías que hacer dentro de una embarcación, pero que él siempre tenía que extraer dientes y curar mareos de novatos, y que necesitaba de un asistente para ayudarle a extraer los dientes de los marineros y a descubrir cómo evitar las caries dentales. Pierre pasó tres años en esta embarcación y después regresó a París. La primera cosa que hizo fue visitar a su vieja amiga que continuaba fea pero divertida, Pierre le contó todo sobre dientes y marineros y Ellen lo escuchaba entusiasmada. Pero con el objetivo de aprender más y siempre teniendo en mente que quería ayudar a su amiga, Pierre volvió a la armada para continuar trabajando y estudiando; él quería saber si era posible arreglar los dientes de una persona y estuvo estudiando largos años hasta que logró fabricar unos brackets de dientes que se parecían mucho a una herradura, de hecho, ninguna persona quiso experimentar su invento, entonces él decidió volver a París y encontrar a Ellen porque él tenía la certeza que ella estaría dispuesta a experimentar con su invento. Pierre llegó a París en una lluvia fuerte y luego fue hasta la casa de su amiga. Ellen abrió la puerta distraídamente pensando que era el señor que vendía leche cuando encontró a Pierre todo mojado con una especie de herradura en su mano. Pierre no esperó ni un segundo y fue luego contando su plan : - Ellen, sé que es una sorpresa encontrarme aquí en tu casa empapado pero tengo algo para ti - entonces apuntó con su dedo índice la herradura - para arreglar tus dientes, sé que tú dirás que es una locura pero confía en mí, ven conmigo y después de unos años tus dientes van estar perfectos. - Ellen miró a Pierre en su silencio interrogativo y en este momento él se puso morado y cuando ya estaba a punto de disculparse, ella dijo con una voz firme: ¡Sí!
Ellen iluminó París con su sonrisa perfecta 5 años después y Pierre es hasta hoy el padre de la moderna odontología.



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